martes, 22 de marzo de 2005

Diablos

Tomás estaba preparando café cuando sonó el timbre de la puerta. Abrió y miró con aire sorprendido a los dos guardias civiles de grandes bigotes que esperaban fuera.
- ¿Qué desean? –dijo.
- ¿Es usted Tomás García?, preguntó uno de los guardias civiles.
- Sí, así es.
- En ese caso debe acompañarnos al cuartel.
Tomás, que siempre vestía traje tradicional holandés mientras preparaba café, miró primero a uno y luego a otro antes de preguntar:
- ¿Por qué motivo?
- Existe una denuncia contra usted. Concretamente se le acusa de ser el diablo.
- Perdón, ¿cómo dice?
El guardia civil sacó un pequeño cuaderno que llevaba, pasó varias hojas hasta encontrar lo que buscaba, lo leyó y dijo:
- Se le ha visto salir de casa ciertas noches y actuar como Satanás. Lo han denunciado sus vecinos.
- ¿Mis vecinos? ¡Pero si me llevo bien con todos ellos! Debe de tratarse de un error.
- Aunque sea así, lo resolveremos en el cuartelillo, acompáñenos.
- Me habrán confundido con él porque a veces llevo gafas en vez de lentillas.
- Eso explíqueselo al juez.

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