Recuerdos que no valen nada
Anoche, al ir a acostarme, recordé sin motivo aparente cuando con 19 años le escribí una carta a Alba en la que le decía que estaba obsesionado con su nariz. Sin conocerla de nada. Y no es que yo sea un fetichista de las narices o algo parecido, sólo me ha pasado con ella. En mi defensa (o quizás añada más cargos en mi contra), he de decir que era una nariz preciosa y que me encantaba besarla o tocarla. Ella nunca protestó.
También recordé el tiempo que pasé buscando buena parte de la discografía de Manowar para regalársela, ya que en su temprana adolescencia había sido uno de sus grupos favoritos. Y lo contenta que se puso.
Fue quizás bonito volver a sentir ternura hacia ella, aunque estuviese solo en mi cuarto sonriendo como un imbécil. Estaría bien poder compartir recuerdos, supongo. Pero como decía Neruda: "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos".
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