A la luz de un candil
A la luz de un candil me dijiste que me querías, pero no te gustaban mis discos. Y luego te vi escarbando en la mesa con la cucharilla del postre cuando creías que no te veía.
Pero ya somos mayores, nena. Tú te casaste con el fariseo y te fuiste a vivir a la bota italiana (o igual no, pero vamos), yo sigo estudiando la dinámica de las flores en pijama y traje regional. Y los días pasan como yonquis por las esquinas.
Canto por los que no me escuchan.
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