—Te devuelvo tu carta. No deberías decirme cosas tan bonitas, estás casado.
—Mi mujer no me entiende.
—Yo tampoco —ríe ella.
—Pero podrías si quisieras. Ella no. Ella quiere entenderme, pero no puede.
—Seguro que no se lo permites tú. ¿A ella le escribes esas cosas?
—Hace tiempo que no. Yo lo que busco es comunicarme a otro nivel.
—Comunicarte conmigo en la cama, eso es lo que quieres.
—También, no lo niego. Creo fielmente en la comunicación de los cuerpos. Tú y yo somos unos extraños y quiero acabar con eso. Hay tanto que quiero decirte...
—Claro, claro.
1 comentario:
El viejo truco.
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