—Se le acusa de haber escrito en internet que usted mataría al rey.
—En efecto.
—Entonces, admite su culpabilidad. Profirió amenazas contra la corona.
—No, señor.
—¿Cómo que no?
—Yo estaba mintiendo, señoría. ¿Acaso no tiene uno derecho a mentir? ¿O ha de casarse uno con todo lo que dice?
—No intente escurrir el bulto.
—Como quiera, pero cuando vaya a dictar sentencie recuerde que también escribí en una ocasión que el estado me debe millones de euros. Espero que sea igual de riguroso con ambas declaraciones.
1 comentario:
Una para el pueblo.
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