A lo largo de los años, el desamor parecía más fiable, más natural. Era más constante. Siempre me sorprendían los intereses pasajeros: Susana viajando a Málaga, Babeth escribiéndome cosas, María pidiéndome que me quedara un día más. Al final, siempre se imponía la realidad. Por eso me sigue maravillando despertar cada día junto a Sonia (y ya son más de cuatro años). ¿Me habrá absuelto por fin la realidad? ¿La habrá tomado con otro? ¿O estará esperando que me confíe? Lo mejor será dormir con un arma cerca, por si acaso.
1 comentario:
La literatura (parafraseando a Celaya) podría servir de arma, ¿no?
Y no es mal recurso para defenderse de inSonios. Sí, lo he escrito bien.
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