A Sonia le encanta dormir y lo hace de manera excelente. Es una consumada dormidora. Si fuera una disciplina olímpica, se llevaría la medalla de oro. Normalmente por las mañanas me escabullo hasta el ordenador para escribir algo de provecho (pocas veces es de provecho), pero me gusta mirarla cuando duerme, ya que del sueño hace un arte. Suelo pensar: Qué guapa es. ¿Cómo habré engañado a esta chica para que esté conmigo?
2 comentarios:
No la ha engañado, ni ella a usted tampoco. No hay tales tipo de responsabilidades en sucesos que son regidos por condicionantes naturales ajenos a la voluntad, como las acciones del cerebro reptil primitivo.
Si tan siquiera se conociese un poco más llegaría a saber que apenas en una milésima parte de lo que usted es o hace hay epsacio para responsabilizarle de lo más mínimo.
Lamentablemente, para los idealistas que aún les queda un poco de ilusión el córtex cerebral superior (o todapoderosa razón) aún juega un papel decisivo en lo que pensamos, decimos o hacemos. O al menos eso creen.
Responsabilizar a los demás de los acontecimientos es síntoma de estulticia. Responsabilizarnos a nosotros mismos es el comienzo de la sabiduría. No hacer ni lo uno ni lo otro, eso, es verdadera sabiduría. No es mío, es de Nietzsche (y quede manifiesto que no soy seguidor suyo, pero creo que en esto tuvo bastante acierto).
Así que, aguandole su fiesta del amor, le diría que deje de pensar en porqué o como ha llegado usted a estar como está en su relación, y disfrute los días en que la atracción sexual aún sea patente. Luego, todo es cuestión de tiempo. Y creame, el espíritu de la tragedia, esa lucha contra lo inevitable, es una lucha perdida de antemano.
Ná, sí que la ha engañado, o al menos la ha liado. Lo entiendo perfectamente, a mí también me pasa.
(Con otra, me apresuro a aclarar. con otra, ¿eh?).
Publicar un comentario