viernes, 28 de septiembre de 2012
El libro perfecto
Se obsesionó con escribir el libro perfecto, uno que pudiera entender cualquier persona, sin importar su condición. Probó con un lenguaje simplificado, pero seguía siendo inaccesible para un analfabeto. No hay lectores analfabetos, razonó, pero quizá sí había analfabetos que quisieran acceder al libro y ser lectores. ¿Cómo hacer que también les sirviera a ellos? Lo intentó entonces con ilustraciones sencillas y esquemáticas, pero éstas podían interpretarse en realidad de muchas maneras. Incluso una cara sonriente puede ser motivo de confusión. Qué hacer, se dijo, ¿cómo llegar a todos? Finalmente, publicó un libro con las páginas en blanco, pues cualquiera podía entender que ahí no había nada.
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4 comentarios:
Una prosa muy poética, señor.
La otra opción podría haber sido escribir todo aquello que se autocensuró por alcanzar el mayor target posible (odio los anglicismos, pero a veces ayudan), y que semejante aportación ayudase a los que estaban en condiciones de apreciarlo (y aprovecharlo).
Quizás hubiera quien pensara que habia algo escrito con jugo de limón.
Estoy seguro de que el experimento se vendería bien.
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