Querida Laura:
Nos recuerdan los engaños. Mi mujer, por ejemplo, lo ha hecho esta mañana, cuando me la he encontrado desayunando en la cocina. Me ha preguntado por ti, claro: si te sigo viendo, si mantengo el contacto contigo. Yo he mentido, pero no sé si muy bien, pues me miraba con sumo odio por encima de sus cereales bajos en calorías. Cariño, eso es agua pasada y agua pasada no mueve molino, le he dicho, que sabes que soy muy aficionado a los refranes, esas pequeñas perlas de sabiduría de ancianos de pueblo español. Ella me ha contestado que no son molinos, sino gigantes. No he sabido qué responder a eso, pero he pensado en tus pechos. Creo que ella también.
Un beso.
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