-A ver, ¿quién es el asesino?
-Está claro: el mayordomo.
-Pero si no tenemos.
-¿No? Pues deberíamos. No sólo nos haría las tareas del hogar, sino que además sabríamos quién comete los crímenes.
-Sí, sería muy práctico, pero el caso es que no tenemos y de aquí sólo podremos salir cuando sepamos quién es el asesino.
-¿Y eso por qué?
-Porque son las normas de este tipo de literatura.
-¿Esto es literatura?
-Claro, ¿no te das cuenta?
-Pues podríamos tener mejores muebles, vaya asco de ficción.
-Los muebles no son importantes, por eso el autor apenas los ha descrito.
-Ya me parecían un tanto difusos.
-Bueno, deja de mirar los muebles y céntrate en el cadáver de la alfombra.
-¿La alfombra es persa o eso tampoco lo ha dicho el autor?
-¿Y yo qué sé? ¿Cómo se sabe si una alfombra es persa o no? ¿Por el dibujo?
-A lo mejor tiene en algún sitio una etiqueta que diga "Made in Iran".
-Olvídate de la alfombra, tenemos que averiguar quién ha matado a nuestro amigo.
-Que lo diga el autor. Todavía pretenderá que le hagamos el trabajo cuando no nos da ni muebles en condiciones.
-Buenos días, soy el inspector Cincinato. El asesino es usted, que no hace otra cosa que poner pegas a todo y distraer la atención.
-No vale, esto es Deus ex machina, es un recurso muy pobre.
-Pues presente una queja. A comisaría.
-Soy un represaliado político, se me castiga por estar en desacuerdo con la dirección artística de esta ficción.
-Eso dígaselo al juez.
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