«Exprimiré cada instante de la vida, no dejaré pasar ninguna oportunidad», te dices cuando te enfrentas a la muerte de un ser querido. Y lo intentas, pero es mal momento: sólo estás preparado para sentir dolor y abatimiento, emociones que no te interesa exprimir. Con el tiempo, aceptas la pérdida. Y también olvidas tu intención de vivir al máximo cada segundo.
Como cuando te encuentras algo sospechoso en el cuerpo. De repente espabilas, te pones en alerta, piensas en todo lo que estás haciendo mal y en todo lo que no deberías postergar más. Te pasas un tiempo así, y si descubres que estás sano, empiezas poco a poco a olvidarte de nuevo de la muerte y de exprimir la vida. Supongo que es imposible recordar constantemente la finitud de nuestra existencia.
ResponderEliminar