Había algo de arrogante en pensar que el amor dependía sólo de uno mismo, que si hubiera hecho esto o aquello habría podido retenerla. Aunque también había cierto ánimo autoexculpatorio en decirse que la voluntad en nada puede influir. Sin duda, existía un precario equilibrio que siempre le costaba alcanzar.
Es una cuerda floja, a dos kilómetros del suelo
ResponderEliminar