Dice usted que no evitó el robo porque temía por su integridad física. Muy bien, pero ahora yo le pregunto: ¿por qué no dio la vida por la empresa? No tengo más remedio que despedirlo, pues aquí queremos trabajadores leales, no egoístas que piensen sólo en el propio pellejo.
¿Despedirlo? Hay que ordenarle que cometa Seppuku.
ResponderEliminarBlandengues.