Me senté frente a las madres fundadoras de mi dolor y les expliqué que no sabía quién era yo. Sonrieron, comprensivas, y declararon que eso era normal, que todos nos sentimos confusos. Sí, pero habrá que volver a alguna casa, repuse, y no sé dónde está la mía. Qué casa, contestaron entre risas, si no te espera nadie en ella, sólo un nicho en el que morir cubierto de polvo.
Simpáticas, las madres fundadoras. Hay quienes en vez de eso tienen madres fumadoras, y según lo que hayan fumado, sus hijos salen así o asá. Y a veces es preferible ser así o asá que de otro modo.
ResponderEliminarEsa última creo que es la frase más abstrusa y gilipollas que he escrito en toda mi vida. ¡¡Aleluya!!
(Nota al pie: lo de "las madres fundadoras de mi dolor" es todo un hallazgo literario. En serio. Se aprende tela de literatura, a lo tonto, leyendo este blog).
(Thanks).