Treinta y cinco tiene muy mala rima y encima se acerca peligrosamente a los cuarenta. Yo no sirvo para crecer, que soy un inmaduro. Que lo haga gente más preparada y que me dejen a mí en una juventud indeterminada hasta que esté listo para la vida adulta, que puede ser dentro de muchos años. Ya avisaré yo cuando sea el momento, hombre, no nos precipitemos.
Pues los cincuenta aparecerán antes de que diga "¿Qué?".
ResponderEliminarMmmuah, ha, ha, ha.