Recibe una nota que pone: echo de menos hablar contigo. Él no entiende nada. Si nunca le ha cerrado la puerta a nadie, si siempre tiene tiempo para todo el mundo. ¿No se habrán equivocado? ¿No será una nota para su vecino, que es más arisco? Pero enseguida imagina que la nota sí es para él, que se la ha dejado alguien de su pasado, alguien que se alejó y que de pronto sufre un acceso de melancolía y recuerda las horas pasadas conversando de esto y aquello. Las horas con él. Y de pronto se siente tontamente orgulloso y decide de forma arbitraria que ha sido alguna de las personas importantes de su vida. Aquella, claro. O aquella otra. Sí, cómo no. No podría ser de otra manera.
Me parece usted una persona muy tierna e inocente, de esas pocas que quedan. Y me sonrío porque encuentro en su voz algo de mi propia voz.
ResponderEliminarMe apasiona leerlo.
Qué bonito... llegar a inspirarte una entrada del blog.
ResponderEliminarmuy bonita historia e importante mensaje el que nos deja. quiere a los que te quieren.
ResponderEliminarTus pequeños escritos siempre me hacen pensar y alegran la hueca
Contradictorios por naturaleza, los humanos somos capaces de echar de menos hablar con alguein Y NO QUERER VOVLER A HABLAR CON ESA PERSONA en la puta vida.
ResponderEliminarAhora, sustituyan "los humanos" por esta humilde persona y ya.
Es que es más cómodo achacarle una contradicción de ese calibre a la humanidad entera que a uno mismo...
Maldito baile de letras.
ResponderEliminarQué bonito cuando el pasado vuelve de forma inocua.
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