Llegó a casa. Sentía una gran felicidad, no la echaba nada de menos. Eso le pareció muy triste de pronto. ¿Cómo pudo estar tanto tiempo con una persona a la que no echaba en falta ahora? Se sintió idiota. Sobre todo porque le apenara no estar triste.
Dice el fandango: "Qué pena tan grande, amor, que te recuerde sin pena".
ResponderEliminarYo, que tantos hombres he sido (como diría el Cegato), y que tantas penas creí que arrastraría, me alegro de acordarme con poquísima pena de las que fueron. Lo considero un privilegio, aunque eso me inhabilite para escribir poesía.