Nos refugiamos en casa de las hordas etílicas que toman la ciudad durante la feria. Vivimos aislados y tranquilos, como si no sucediera nada. Sólo salgo algunas veces, por la mañana, para hacer la compra. Siempre muy temprano, cuando los borrachos aún duermen, y es como si en la ciudad sólo quedáramos unos pocos supervivientes. Es una sensación preciosa.
Mi mujer (de Oviedo) no ha ido nunca a una feria. Y yo le he dicho que, en lo que a mí respecta, podría mantener ese estatus indefinidamente. Más ahora, que tenemos miniprogenie.
ResponderEliminarSiempre muy temprano, ¿qué coño van a dormir los borrachos aún?.
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