jueves, 24 de febrero de 2011

La renuncia

En realidad, renunciar a algo que no se puede tener es un gesto absurdo. Digamos que renuncio a la Luna. Digamos que renuncio a ser campeón olímpico. Digamos que renuncio a vivir mil años. La diferencia, por supuesto, es que uno a veces cree en ello y se aferra a la idea. Como me pasaba contigo. Porque estaba loco, supongo. Así que renunciar a la idea de ti es renunciar a la locura.

5 comentarios:

  1. Cuando uno renuncia, pero se mantiene vivo con la indemnización ¿Puede realmente volverse cuerdo?

    ResponderEliminar
  2. ¿Renunciar a la locura es bueno? No!
    Pues como casi no había inventado motivos para no olvidar... ya tengo uno más.
    Mierda de jueves.

    ResponderEliminar
  3. Una cosa es "renunciar a" y otra cosa es "renunciar a intentarlo".

    Todo es una mera cuestión de balance energético. Si nos merece la pena enloquecer, enloquezcamos, qué coño.

    Si no, pa qué.

    ResponderEliminar
  4. Renunciar a la locura o al dolor.

    Renunciar al dolor que alguien puede hacerte es una de las definiciones del perdón. Hasta ahora la única que más me le hace a uno revalorizarlo en su interior.

    ResponderEliminar
  5. ups, perdón... "hasta ahora la que más le haca a uno..."

    ResponderEliminar