Tus besos me saben a Asperger, le dice ella. Ya no me haces caso, nunca estás ahí, es como si fueras una carcasa vacía, una máquina sin fantasma. Antes tus besos sabían a café y sueños, aunque esto parecía un poco contradictorio, pues poco vas a dormir si tomas mucho café. Quizá era café descafeinado, contesta él con la mirada ausente y ella sale de la habitación dando un portazo.
Con el tiempo los sabores de los besos cambian...para mal o para bien.
ResponderEliminarMe gustó tu blog y su contenido.
Saludos.
La alusión al grupo Police me lleva a deducir que la relación llevaba ya algunos años estancada.
ResponderEliminarYo creo que el café no era descafeinado ;)
ResponderEliminarTe sigo (porque esto me parece maravilloso)
Qué bonito lo del Asperger, el síndrome de todos aquellos que pasamos demasiado tiempo delante del monitor, ya sabes, en la realidad mejorada.
ResponderEliminarUn día, de pronto, se acabó el café.
ResponderEliminarEl hombre durmió, y durmió hasta quedar fuera de sí mismo.
Hasta quedarse vacío.
Entonces, sus besos dejaron de saber a café, dejaron de saber a sueños.
Ahora ya no soñaba, únicamente dormía.
Y de Asperger a Alzheimer.... se olvidó de ella para siempre...
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